- Autor del texto – Antonio Cuadra (Enviado Especial)
- Autor de fotos – ANtonio Cuadra
- Fecha – 10/11/2013
La marca taiwanesa también se apunta a la moda de las minimotos. Por sus pequeñas dimensiones, la Mini-Bike es una moto de ocio con la que se asegura la diversión, pero también resulta un modelo muy indicado para resolver los desplazamientos en cualquier ciudad congestionada.
Mide tan solo 1.755 mm de largo con una distancia entre ejes de 1.200 mm, altura de asiento de 715 mm y un peso en seco muy contenido de 113 kilos. No es para ir encogido como en una pitbike pero sí permite moverse con agilidad y soltura entre los huecos que dejan los coches. A esto añade que el calzado de 12 pulgadas se presta también a ello.
Como propulsor, en esta Mini-Bike encontramos a un viejo conocido. Se trata del mismo monocilíndrico refrigerado por aire de marcha con culata OHC de cuatro válvulas y cinco velocidades que conocemos de la custom Zing II Dark Side y que ahora tiene que empujar un peso más contenido. El motor dispone en la parte delantera del cárter un alojamiento para un eje de equilibrado que reduce las vibraciones y ha evolucionado con un sistema de alimentación por inyección electrónica (desaparece el pedal de arranque).
En cuanto a frenos se confía en un tándem disco-tambor, con el delantero de 240 mm mordido por una pinza de doble pistón pintada en color rojo vivo, y el trasero de 140 mm. El cuadro de instrumentos es de lo más pintón: un reloj cuentavueltas enlazado con una pantalla LCD y hasta 8 testigos luminosos.
La línea del depósito, tapas laterales y trasera redondeada del asiento tiene un cierto aire vintage.