• Autor del texto – Enrique Montes
  • Autor de fotos – Alberto Cacho
  • Autor acción – Enrique Montes
  • Fecha – 29/01/2012

Hablar del Scoopy es asociarlo con Barcelona donde impone su autoridad al ser el modelo más vendido. Y no estamos hablando de la ciudad de España que más motos vende, sino la que cuenta con más motos y ciclomotores de Europa. Tampoco es algo puntual del año 2011 que acabamos de cerrar, sino que esta pasión de Barcelona por el Scoopy se remonta muchos años atrás. Así que analicemos en sus propias calles cómo se comporta este scooter que inventó hace ya más de un cuarto de siglo el concepto de “rueda alta”.


Hace ya más de cinco lustros, Honda presentaba el Scoopy, un scooter que rompía moldes no solo por su diseño, sino también por emplear ruedas de 16 pulgadas frente a las habituales de 10 que calzaban los demás modelos del mercado. En Barcelona –y otras ciudades europeas- se supo valorar ese nuevo concepto de “rueda alta” por la mayor estabilidad que proporcionaba el diámetro de sus ruedas. Desde entonces, el Scoopy arrasa en la ciudad condal como número uno indiscutible de ventas. El pasado 2011 se cerró con 2.713 Scoopy vendidos en la provincia de Barcelona, lo que supone un 68% de las ventas totales de este modelo en España. Y eso dice mucho de este modelo en la ciudad europea que cuenta con más vehículos de dos ruedas; para que te hagas una idea de la pasión por la moto en Barcelona, un tercio de su parque automovilístico son motos y scooters.

Popularmente se dice que en Barcelona das una patada al suelo y aparecen diez Scoopys… La clave de ese éxito son sus cualidades dinámicas (encabezadas por la estabilidad) y que se trata de un producto de calidad a gusto de todos los públicos y edades, con un motor duro como una roca que no da problemas.

Lo primero que atrae del Scoopy es la finura de sus líneas, suaves y homogéneas, acorde con la filosofía de un scooter moderno, actual y cosmopolita. En su última actualización, Honda ha incorporado el disco de freno en el eje posterior así como las formas de su carrocería y asiento. Sigue evitando elementos modernistas como la iluminación por LEDs.

Este diseño aporta un frontal más anguloso e incorpora una pequeña visera ahumada con el único fin de aportar una estética deportiva pero que, en ningún momento, ofrece algún tipo de protección contra el viento. Está claro que es un Scoopy, pero desde que se ofrece en la cilindrada de 125 cc, no encontrarás esa denominación por ninguna parte. Son cosas de la globalización, y aunque en otros mercados se reconoce por otros nombres (City Express en Reino Unido, por ejemplo) se imponen las siglas SH para todos los países, que son las letras que aparecen en relieve en las barras de aluminio que recorren los laterales, aportando un punto de distinción y elegancia. Asimismo nuestra unidad de pruebas, en un precioso bitono marrón chocolate, incluye la leyenda inferior “First Class” dotándole de ese plus de exclusividad e imagen de prestigio.

La última edición del Scoopy rompe con muchos detalles tradicionales de este modelo. Así, por ejemplo, Honda ha decidido suprimir la guantera delantera con cerradura en el contraescudo. A priori puede parecer un paso atrás si tenemos en cuenta la reducida capacidad de su predecesor, y que además se veía mermada por el alojamiento de la batería que ahora va bajo la plataforma plana. No se va a echar de menos la guantera ya que se gana en amplitud por delante de las rodillas así como en la superficie de la plataforma (ahora es 2 cm más larga) al aprovechar unos centímetros cuadrados en la zona próxima al tubo principal del bastidor, suficientes para esconder la punta de los pies y tener más libertad de movimientos.

Todas las formas del scooter son muy estilizadas y delgadas. Entran por los ojos. Pero, por el contrario, al optar por una homogeneidad de líneas su capacidad de carga sigue siendo uno de los talones de Aquiles de este SH. Bajo su asiento, no podrás guardar ningún casco integral y, tan solo, podrás introducir el casco abierto exclusivo de Honda que ofrece en su catálogo de accesorios.

Si su capacidad de carga es muy limitada por la estilización de líneas que comentamos, también afecta a la anchura reducida de su escudo frontal, casi crítica para protegerse detrás de él muy especialmente en escapadas de la urbe. Notarás el aire en rondas y circunvalaciones y, en cuanto llueva, será difícil mantener los pantalones secos.

En cambio, sus mandos son de calidad y completamente intuitivos: encuentras fácilmente la posición y accionas cada uno de ellos sin problemas, colaborando a que te olvides de ellos y prestes tu atención por completo a la conducción.

También, en esta actualización, notas que se ha modificado el diseño y forma del asiento. Éste ha reducido su altura en un centímetro para que todas las tallas lleguen con facilidad al suelo en el momento de “echar el ancla”. La realidad es que se consigue una postura de conducción natural, relajada y vas sentado como un auténtico señor.

 

A bordo

Moverte por una ciudad como Barcelona en el Honda Scoopy es, simplemente, un auténtico placer. Y es que si algo es claro en el SH Scoopy es que estamos ante el motor de referencia en la cilindrada del octavo de litro en lo que a suavidad de funcionamiento y la nula presencia de vibraciones y ruidos.

Tanto lo es que, parado en los semáforos, crees que se ha calado y, si no lo conoces, tenderás a ponerlo de nuevo en marcha. En cuanto se pone en verde, sale de manera rápida y contundente, y costaría decidirse entre el tacto de “motor eléctrico” del Scoopy o la alegría de un Burgman, el otro referente en cuanto a suavidad y ausencia de vibraciones y ruidos. Sin duda, también son dos de los modelos con mejor salida en parado. El de Honda entrega como un señor la potencia, sin subirse de vueltas, acelerando progresivamente hacia su velocidad máxima. Es un motor tranquilo que transmite al piloto total y absoluta calma y seguridad. Parece que no le van las prisas pero puedes pedirle en cualquier momento un apretón de gas que su respuesta, siempre elegante, es prácticamente instantánea. En cambio, el del Burgman es muy “zumbón”: le gusta ir subido de vueltas y te incita a llevarlo alegre y con el puño de acelerador enroscado; es más nervioso y contagia cierto carácter deportivo. En nuestra prueba, moviéndonos por los accesos a la Plaza Colón con sus semáforos que obligan a parar y arrancar constantemente, hemos exigido al Scoopy el máximo en salidas y siempre nos ha respondido de manera enérgica.

Sin resultar un “manojo de nervios”, el Scoopy culebrea entre el tráfico con agilidad y eficacia. Una simple insinuación de cadera hace que su movimiento se dirija hacia donde diga el piloto.

Es un motor agradecido en todos los regímenes, tanto a altas como en bajas siempre responde de inmediato pero, si le pides caña, te castigará con unos consumos elevados que superan, con demasiada facilidad, los 4 litros cada cien kilómetros.

Su diámetro de giro es espectacular y necesitas apenas unos metros para cambiar la dirección. En rotondas y cambios de calle se muestra seguro, contundente y noble. Eso sí, en un uso continuado de rotondas te pide un cambio de dirección o trazada muy especialmente porque los flancos de los neumáticos Dunlop D451 tienden a fatigarse.

Está claro que su hábitat es la ciudad, donde se desenvuelve como pez en el agua gracias a su agilidad y vivacidad. No obstante, en salidas por circunvalaciones y rondas su comportamiento sigue siendo noble, estable y seguro. A velocidades de 80 km/h se mueve con soltura. Por el contrario, en cuanto pisamos vías rápidas, sube rápido hasta los 95 km/h de velocímetro pero, a partir de ahí, le cuesta. En una recta de dos kilómetros y con el puño de gas a tope, conseguimos ver la aguja del cuentakilómetros en los 110 km/h suficientes para no tener que ir al rebufo de camiones y para sortear vehículos pesados. Traza las curvas con nobleza y su bastidor responde en todo momento pero peca de nula protección aerodinámica y la fatiga del piloto se hace efectiva en pocos kilómetros por el impacto del viento, muy especialmente en la zona del pecho.

Línea de tierra

Una de las novedades más agradecidas en esta actualización, es la incorporación del disco de freno en la rueda posterior combinado, a través de la maneta izquierda, con el delantero, muy útil para los más noveles: Accionando esta maneta, frenamos la rueda trasera y aporta un pistón de la rueda delantera, dejando los otros dos de esa pinza para la maneta derecha.

Lo que, a priori, es una herramienta de ayuda para el conductor inexperto que teme el uso del delantero y que aporta mayor efectividad “sin que se de cuenta”, se convierte en un arma de doble filo en el caso del Scoopy. Su frenada combinada es potente, pero la pequeña contribución inicial del freno delantero es muy intrusiva y brusca, lo que requiere mucho tacto (y menos en una situación de pánico). No nos ha parecido una frenada combinada puntera donde, incluso, un económico Daelim S1 y el antes referido Suzuki Burgman como su rival el Sixteen frenan con más dulzura y control, sin miedo a “clavar frenos” con energía en una situación inesperada. Es una pena ese sabor agridulce final.

Decidimos movernos por el centro de Barcelona a ritmo alegre tanto por calles asfaltadas así como en tramos adoquinados, como el lateral de la Ronda de Litoral que desemboca en el World Trade Center de Barcelona. Con una sola persona su comportamiento y aplomo es un referente y, en suelo irregular y con una única persona, las suspensiones se muestran firmes y absorben con elegancia la irregularidad del terreno.

Realizamos el mismo recorrido quien suscribe y Alberto Cacho que se ocupa de la sesión fotográfica. Son 180 kilos de peso sobre el Scoopy y que ponen al límite la suspensión en su nivel por defecto de precarga, haciendo que los amortiguadores lleguen con facilidad al tope y que el pasajero note el golpe seco y duro del final del recorrido, además de hundirse demasiado de atrás y dar un lanzamiento de horquilla al más puro estilo custom que no ayuda para nada en la maniobrabilidad. Aún y así, su bastidor no se inmuta del sobreesfuerzo. Lógicamente, su aceleración en parado, pierde parte de la vivacidad que conseguimos viajando solos pero recupera bien y se pone a ritmo alegre con facilidad. Incluso en estas situaciones límite, moverse con el Scoopy por las calles de Barcelona resulta sencillo gracias a su ya mencionada nobleza y estabilidad. Están hechos el uno para el otro.

 

En compañía

Para ser un scooter estrecho, el pasajero tampoco va nada mal, aunque no goce de demasiado espacio.

No tiene problemas para subirse y acomodarse, ni por altura ni por anchura, y dispone de cómodas estriberas plegables planas y bien posicionadas, un punto muy a favor, que además quedan perfectamente integradas en el diseño.

Las asideras quedan algo retrasadas, pero tampoco es un scooter que esté pensado para llevar asiduamente y durante tiempo a un acompañante. El peso de un segundo a bordo se hace notar apreciablemente en suspensiones.

 

 

Con lupa

La plataforma plana es uno de los argumentos de venta del Scoopy. En su última versión se ha ganado más superficie al eliminar la guantera. También se aprecia a la derecha el gancho cortabolsas que queda muy bajo de altura. El único caballete que tiene el Scoopy es central con acceso por el lado izquierdo. Es bastante estable y sólido. Pero ni cuenta con caballete lateral ni dispone del anclaje para añadirlo como accesorio. El tablero incluye mucha información para lo que se estila entre los “rueda alta” incluso incorpora un parcial analógico y un termómetro para la temperatura del refrigerante. Sin embargo está un poco apelotonado dificultando la lectura.
La cerradura de contacto se encuentra “hundida” en la parte superior del salvapiernas para no clavarse la llave con la rodilla derecha en una frenada brusca. Desde esta cerradura se abre el asiento. Los mandos están bien situados para accionarlos a ciegas. La maneta izquierda acciona en parte el freno delantero y se ha prescindido por primera vez en un Scoopy de la tradicional lengüeta que bloqueaba el freno. El freno delantero gana en diámetro respecto al del modelo anterior. Lo muerde una pinza Nissin de calidad a la que llegan dos latiguillos, como es típico de los frenos combinados. De sus tres pistones uno se combina con el freno posterior.
Esta serie de Scoopy se pasa por fin al freno posterior de disco. El sistema de tambor anterior resultaba obsoleto en pleno siglo XXI por su menor potencia y que obliga a revisar con frecuencia el tensado por su desgaste. El manillar incluye una pequeña visera ligeramente ahumada que le da un aire más deportivo aunque carezca de utilidad. El escudo parece sacar pecho. En su interior se encuentra el radiador de la refrigeración líquida. El motor es un ejemplo de funcionamiento “eléctrico” sin vibraciones ni ruidos. Empuja desde abajo con mucha energía. Está refrigerado por agua y cuenta con culata de dos válvulas. Desde la serie anterior cuenta con inyección.
El depósito de gasolina está bajo el asiento en su parte posterior. Hay capacidad para 7,5 litros con autonomía suficiente si no fuerzas el motor. Eso sí, si le das caña te pasará factura en la próxima visita a la gasolinera. El hueco bajo el asiento es mínimo. La propia Honda ofrece un casco abierto especial que sí cabe en su interior. En los rincones del hueco hay unos bolsillos para guardar la documentación y la dotación de herramientas. La parrilla portabultos está construida en una resina termoaislante que no se abrasa al dejar el Scoopy al sol en verano. Las muescas practicadas en ella permiten montar y desmontar sin adaptadores una maleta especial.

 

 

 El detallazo

Si hay algo de lo que puede presumir Honda con el Scoopy es de haber introducido el concepto de “rueda alta” en los scooters allá por 1984. En aquellos tiempos, se llevaban las ruedas de 10 pulgadas, y, por lo tanto, scooter era sinónimo de falta de estabilidad cuando se superaban velocidades de más de 80 km/h. El gran salto que suponía pasar a las 16 pulgadas suponía aumentar el efecto giroscópico de las ruedas y ganar en autoalineación. A nadie se le había ocurrido por entonces combinar las ventajas urbanas de los scooters con las ruedas de gran diámetro característica de las motos.

En la actualidad, el concepto de “rueda alta” ha sido aplicado por la mayoría de las marcas, permitiendo rodar con total seguridad a velocidades por encima de los 100 km/h sin sacrificar las buenas virtudes de un vehículo pensado para utilizar a diario en las grandes urbes.

 


Barcelona desde el Scoopy SH 125

Siempre es bonito ver un amanecer en primera línea de mar. Barcelona tiene lugares encantadores, como la playa de Sant Miquel con el Hotel W, donde admiramos en esta instantánea la salida del sol acompañados por el Scoopy. El Scoopy se pasea como pez en el agua por Barcelona. Nos paramos en un semáforo en la plaza Colón, mientras admiramos a nuestra derecha el Maremagnum y el World Trade Center.
En Montjuic, junto al Estadi Olimpic (donde se celebraron las Olimpiadas de Barcelona ´92), se encuentra la Torre de Comunicacions. Una obra de Santiago Calatrava de 136 metros de altura. ¡Imponente! Recorremos el entorno del Estadi Olimpic de Montjuic. Un bonito y extenso pinar en pleno Barcelona para el que quiera huir del bullicio urbano, sin duda, de obligada visita para el turista que visita Barcelona.
La Diagonal de Barcelona es una de las principales arterías de la ciudad y la recorre de punta a punta. El nombre le viene de su forma ya que rompe con el esquema urbanístico casi totalmente cuadriculado. Uno de los estandartes de Barcelona es, sin duda, la Plaza de Espanya. En los años 60 fue uno de los puntos más habituales del cine español rodado en la ciudad condal. En frente, la Fira de Barcelona.
Casi tan famosos como el Scoopy, son el Palacio y la Fuente Mágica de Montjuic, iluminada y cuyos brotes de agua bailan al ritmo de la música. Ambos fueron construidos en 1929 por Carles Buïgas. En pleno corazón de la Via Laietana, calle turistica y comercial que desemboca en las Ramblas a mano derecha, y la Plaza de Catalunya en su lado izquierdo. Justo al fondo de la imagen, veríamos la Font de Canaletes, lugar de celebración de los éxitos del F.C. Barcelona.
Te proponemos un juego: ¿Dónde esta Wally? Nuestra Scoopy estacionada en la Plaza de Catalunya, uno de los lugares donde hay más motos estacionadas por metro cuadrado en toda Barcelona. ¿Lo has encontrado? Sin duda, la mayor y más imponente belleza de Barcelona, la Sagrada Família de Gaudí. No podemos más que parar un segundo de nuestra vida ante ella y, simplemente, admirarla…
Desde el mirador del Estadi Olimpic se contempla de Barcelona con los edificios de la Fira de Barcelona presidiendo el horizonte. Imponente el Hotel Fira de Barcelona, obra del arquitecto japonés Toyo Itoo ganó el premio “Emporis Skyscraper” 2010 al mejor rascacielos del Mundo. La Plaza de Colón linda con las míticas Ramblas, una de las vías más transitadas por los turistas por la izquierda y, por la derecha, se puede apreciar el Maremagnum y World Trade Center así como una inigualable vista del Puerto. Los taxis no pueden faltar con su característico color amarillo y negro. ¡¡Taxi!!
Desde el mirador del Tibidabo, Barcelona queda a los pies del Scoopy. De la montaña al mar, la majestuosa vista de Barcelona con la Torre Mapfre y el Hotel Arts de fondo. A la izquierda de la imagen, en su fondo, se aprecia la emblemática Torre Agbar, obra de Jean Nouvel y que no deja indiferente a nadie por sus curiosas formas. El sol de la mañana, junto con la brisa marítima anima a pasear en el Scoopy por el paseo marítimo. En esta ocasión, nos movemos por el lateral de la playa en la Barceloneta, barrio pesquero por excelencia de la antigua Barcelona y un conglomerado de diferentes culturas, aderezadas por los mejores restaurantes de paellas de la ciudad condal.

 

 

Un Scoopy, varias versiones

Honda tiene en el Scoopy un amplio catálogo de colores y dispone además de tres series especiales.

Desde que apareció en el mercado esta última revisión del Scoopy, existía una versión económica dotada con freno trasero de tambor que fue rechazada automáticamente por el público, pasando la variante de dos discos como la básica por 3.769 € que se quedan en 3.199 € en oferta casi permanente con el añadido de una financiación al 0% de interés.

Por un poco más, 3.819 € de precio de tarifa que se quedan en 3.299 € con la promoción que incluye además la financiación al 0%, encontramos la versión Sporty de aspecto más deportivo. Se distingue por el color base blanco perla combinado con un gris metálico oscuro (casi negro) en el centro del escudo frontal, quilla, botellas de la horquilla, llantas y portabultos. Además dispone del miniparabrisas en tono ahumado oscuro y los emblemas de SH en el escudo, 125 junto a los SH laterales y Honda en el miniparabrisas en color rojo vivo.

La tercera variante es la Confort TB (3.859 € de tarifa que bajan hasta los 3.299 en la oferta con el 0% de interés) que no significa que sea más cómoda. Se distingue por un tono de color exclusivo en su carrocería acompañado de un Top Box o baúl trasero con capacidad para 35 litros, lo que permite introducir un casco integral o dos cascos abiertos en su interior, solucionando con este accesorio el problema de la capacidad de carga de este scooter.

Y ya, por último, la versión Confort bitono (3.909 € de tarifa, rebajables a 3.399 con interés nulo) que es la que se muestra en las fotografías de esta prueba. No incluye el TB de la versión anterior pero justifica el sobre precio con una exclusiva y elegante combinación de dos tonos de color en su carrocería rematado por un logo de “First Class” (Primera clase) en los laterales bajo el logo SH.

Prestaciones con nuestro equipo de telemetría

Aceleración 0-50 m 4,94 s (54,6 km/h)
Aceleración 0-100 m 7,86 s (66,8 km/h)
Aceleración 0-400 m 20,95 s (93,4 km/h)
Aceleración 0-1.000 m 42,77 s (101,6 km/h)
Aceleración 0-100 km/h          33,35 s (736 m)
Velocidad máxima 107,9 km/h
Consumo 4,92 l/100 km
Autonomía 152 km
Peso total lleno 136,0 kg
Reparto tren delantero 39,4%
Reparto tren trasero 60,6%

 

 

Motor
Calidad acabados
Posición de conducción
Frenada combinada brusca
Capacidad de carga
Protección

 

 

Ficha técnica/Equipamiento/Precio/Galería de Fotos


Ver FICHA TÉCNICA/EQUIPAMIENTO/PRECIO/GALERÍA del Honda Scoopy SH 125

 

Rivales directos Aprilia Scarabeo 125 ie
Aprilia SportCity Cube 125
Derbi Rambla 125
Keeway Outlook 125 EFI
Kymco People 125 GTi
Peugeot Geopolis 125 Premium
Piaggio Beverly 125 ie
Suzuki Sixteen 125
SYM HD2 125
Yamaha X-City 125

 

 

Enrique ha confiado su seguridad para la realización de esta prueba en marcas y productos de primera calidad, equipando unos guantes Drystar de Alpinestars, un casco integral de carbono LS2 y una chaqueta Urban de LS2.

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