- Autor del texto – Vicente Arenas
- Autor de fotos – Vicente Arenas
- Fecha – 27/6/2019
En esta escapada que hemos hecho con la Daelim XQ por Cataluña, finalizamos con una visita a Reus (Tarragona) y a un concesionario de los más grandes (si no el mayor) que he conocido nunca, MotoBike. Y después de la visita, vuelta a Madrid.
A punto de salir de Comarruga con lluvia que nos acompañó en buena parte del recorrido
El último día de este puente de mayo, me levanté pronto para hacer una revisión superficial a nuestra XQ1 porque, aunque todavía esta reciente la revisión oficial de los 4.000 km, ya hemos recorrido 2.000 km y “hombre prevenido no rompe su scooter”. Reviso el nivel de aceite con la varilla y compruebo que no ha gastado nada ya que mantiene el nivel máximo, y compruebo la presión de los neumáticos con un manómetro de mano.
Tras comprobar que todo está correcto, me pongo el pantalón de agua encima del vaquero pues el día se ha despertado lluvioso, enfilo la N-340 en dirección Tarragona para empalmar con un tramo gratuito de la AP-7, circunvalo Tarragona y cojo la T-11 hasta Reus. La buena protección de nuestro XQ1 me permite llegar hasta el concesionario sin apenas mojarme y con las zapatillas secas (salí de Madrid sin botas de moto tras ver que no llovería, optimista que es uno).
Chema Ramos de Motorien ya me había avisado que el concesionario MotoBike es grande, pero al llegar allí supero todas mis expectativas. No es grande su definición. ¡¡¡Mejor sería enorme!!! Ocupa toda una gran manzana. Jamás había conocido una tienda de motos con esas dimensiones.
El concesionario MotoBike en Reún no es grande, ¡es enorme!
Allí nos recibió Albert Pla, gerente y fundador de la megatienda desde enero de 1996. Desde su inicio, la empresa se ha dedicado a la venta y a la reparación de bicicletas, motocicletas y quads, trabajando siempre y en todo momento con las marcas más importantes del mercado.
Y desde marzo de 2015, MotoBike Reus se localiza en las actuales instalaciones en Avenida María Fortuny 30 de Reus, creando un nuevo punto de referencia del sector de la moto. Para que te hagas una idea, las instalaciones cuentan con 1.000 metros cuadrados dedicadas a una amplia exposición de motos, tanto nuevas como de segunda mano, así como de ropa y accesorios para motoristas.
La exposición de MotoBike alterna motos nuevas y de ocasión con boutique del motorista y accesorios
No pude contar las motos que había, pero fuésemos por donde fuésemos, todo estaba lleno de diferentes modelos, y eso que muchas de ellas se habían llevado al Salón de la Moto de Reus coincidiendo con nuestra visita el viernes 3 de mayo. Entre las motos se incluyen varias preparadas para competir en la antigua F2 y Superbike, modalidades en las que Albert ha sido varias veces Campeón de España.
Difícil no encontrar tu moto dentro de la amplia gama y diferentes marcas que comercializan
Con Albert da gusto explayarse en el tema de la competición pero también hablamos de la Daelim XQ, y Albert la conoce. Coincidimos en su agraciada estética inspirada en la T-Max, su cómoda postura de conducción y lo bien que se sujeta en curvas sin hacer ningún extraño, sin olvidar su excelente relación precio-calidad.
Dado el sobredimensionamiento de MotoBike, las motos se muestran con gran amplitud
Nos despedimos de Albert que nos emplaza a visitarle un día con menos ajetreo por lo del Salón de la Moto. Tras seguir sus indicaciones para salir de Reus, nos dirigimos por la N-420 dirección Alcañiz.
En las megainstalaciones de MotoBike, no podía faltar el taller llevado por profesionales en el que se respira limpieza y orden
Cómo habrás comprobado por otros viajes publicados, procuro hacer diferentes recorridos en la medida de lo posible. Esto es, siempre que no implique muchos más kilómetros, ya que suelo ir pillado de tiempo. Estando ya en Reus, no me compensaba volver por Lleida y quería saber cómo estaba esta carretera desconocida para mí. El recorrido de Alcañiz a Madrid ya lo conocía de acudir a algún Gran Premio celebrado allí, pero de Alcañiz a Reus era totalmente novedoso y sabiendo que era de un solo carril por sentido, se adaptaría muy bien al ritmo que puede mantener nuestra XQ1.
Nos despedimos de Albert Pla en la entrada principal de MotoBike
Recorriendo la N-420 atravesamos poblaciones tarraconenses hasta llegar en poco más de media hora a Mora de Ebro donde paramos para inmortalizar el puente sobre el más caudaloso de nuestros ríos.
Cruzamos el caudaloso río Ebro a su paso por Mora de Ebro
Breve detención en el arcén para hacer la foto y seguí la ruta. Hasta aquí todo bien. La lluvia había parado y nuestra XQ me permitía ir al límite legal de velocidad de la carretera sin problema (90~100 km/h de velocímetro más o menos). Al poco tuve que parar a repostar en una solitaria gasolinera que parecía sacada de una carretera desértica norteamericana.
Pocos kilómetros después de dejar Mora de Ebro repostamos en una gasolinera de inspiración desierto nortemericano
Llevamos ya casi 888 km desde que comenzamos el viaje hace dos días y tanto la XQ1 como servidor nos manteníamos en “perfecto estado”. Ningún atisbo de cansancio ni por ella ni por mí. Seguimos adelante.
Hasta aquí, todo en el viaje resultó perfecto. Lo que no sabía, al no conocer la carretera, era lo que me esperaba. Según me iba acercando a la parte norte de la Sierra de Pandols-Cavals, el tiempo cambió radicalmente. La temperatura bajó mucho y empezó a soplar un viento huracanado que no me esperaba. Pese a la buena estabilidad de nuestro scooter, tuve que rodar hiperconcentrado como hace tiempo que no lo hacía. Me costaba mantenerme dentro los márgenes de mi carril.
Pronto entendí que estaba atravesando una zona turbulenta por excelencia al ver situados a ambos lados de la carretera enormes generadores eólicos. Seguí el camino intentando resguardarme lo mas posible tras la pantalla y el escudo del scooter ya que, al fuerte viento se unió una lluvia racheada que se empeñaba en bajar aún más mi temperatura corporal. Culpa mía por pecar de optimista y no ir lo suficientemente protegido contra el frío.
Pasados unos 45 kilometros, que se me hicieron eternos por el frío, la lluvia y, sobre todo, el viento, atravesé Calaceite y al ver la señal kilométrica con diferentes direcciones, aproveche para inmortalizarla y desentumecerme un poco.
Calaceite con sus numerosas señales indicativas
El viento y la lluvia cesaron, pero la temperatura seguía muy baja y no era capaz de entrar en calor. Aunque tenía ganas de parar para recuperar algún grado en mi cuerpo, soy de ascendencia maña y decidí tirar hasta casi tener que repostar tanto el scooter como yo, por lo que a buen ritmo atravesé Alcañiz, Castel de Cabra, donde no pude resistirme a fotografiar nuestra XQ1 en el bonito paraje del río Urón, y a falta de encontrar un bar abierto (el que vi a pie de carretera estaba cerrado) decidí continuar un poco más.
Naturaleza en estado puro junto al río Urón cerca de Castel de Cabra
Aguanté el frío y decidí no parar hasta encontrar un bar abierto pegado a la carretera para acallar mis tripas y entrar en calor, lo que ocurrió en Martín del Río, pequeña localidad turolense, donde me sirvieron un refresco y un bocadillo de jamón serrano que me supo a gloria.
Tras repostar el piloto, llegó el turno de la moto, perdón scooter. Aunque para mí todas son motos, da igual su diseño, modalidad o diámetro de sus ruedas.
La N-420 cambió su nombre a N-211 a partir de Montalbán. Seguía siendo una carretera muy solitaria con escaso tráfico, lo que me permitía apreciar el paisaje y disfrutar de las cualidades de la XQ1, pues predominan las curvas sobre las rectas.
Con ambos depósitos llenos y ya con menos frío en el cuerpo, cruzamos velozmente Caminreal, Monreal del Campo y pequeñas localidades de Teruel llenas de encanto por lo poco habitadas que están. Es fácil retroceder 20 años en estos bonitos pueblos.
Al pasar por Molina de Aragón, inmortalizamos al XQ1 con su castillo, otra de mis debilidades. Este castillo aragonés, también llamada fortaleza de Molina de los Caballeros, está asentado en la falda del monte que se eleva por encima de la población y del valle del río Gallo.
El castillo aragonés de Molina de los Caballeros mereció una parada para inmortalizarlo con la Daelim XQ1
A pesar de la comodidad de nuestra montura, la acumulación de tanto kilómetro en tan pocos días junto con el estrés por rodar con fuerte lluvia y viento, me hicieron tirar sin parar hasta llegar a Madrid.
Al llegar a Alcolea del Pinar enlazamos con la A-2 y ya es un puro trámite llegar a Madrid. Aquí si se nota que aumenta el tráfico, aunque nuestra XQ1 tenía ganas de llegar a casa y nos permitíamos adelantar a todo vehículo pesado que se cruzaba en nuestro camino.
Querer es poder y con nuestra Daelim XQ1 125 hemos sido capaces de realizar ya 7.350 kilómetros (casi tres cuartas partes de nuestro objetivo) sin ningún incidente. Ni siquiera un pinchazo.
Uves.