- Autor del texto – Moto125.cc
- Autor de fotos – Moto125.cc
- Fecha – 18/6/2023
La afición española quiso rendir un merecido homenaje el pasado 10 de junio a Don Vicente Carranza, el creador del ciclomotor Vespino que revolucionó el transporte juvenil a finales de los años sesenta y lo continuó durante las siguientes décadas. El acto tuvo lugar en su pueblo natal, San Felices de los Gallegos de la provincia de Salamanca, donde además se organizó la I Concentración de Motos Clásicas por parte del Museo Internacional Calvo de Barrientos que, en futuras ediciones, llevará el nombre de Vicente Carranza.
Por muy joven que seas, te sonará el nombre del Vespino: un ciclomotor 100% Made in Spain desarrollado completamente en la ya desaparecida fábrica MotoVespa sita en la madrileña calle de Julián Camarillo número 6. Se lanzó al mercado el 19 de febrero de 1968 (18 de febrero de 1967 se empieza a exportar en Francia como Vespa 49 GT), y su desarrollo, llevado a cabo en tiempo récord, estuvo capitaneado por Don Vicente Carranza.
Por aquellos tiempos, el coche utilitario (el 600, principalmente) estaba haciendo mella en la industria de la motocicleta, y las Vespa no eran ajenas a ese cambio. De hecho, era un cambio que se estaba experimentando en todo el mundo y, en Italia, se pensó en motorizar a la juventud con el scooter Vespa 50 en 1963. Dos años más tarde, la Vespa 50 llegó a España pero no consiguió la homologación como ciclomotor ya que su salida coincidió con la puesta en vigor de una nueva normativa que les obligaba a llevar pedales, no superar los 40 km/h y no sobrepasar los 60 kg.
En MotoVespa había que reaccionar con rapidez. El jefe de producción, Giovanni Pamapaloni, conoce a Carranza en un Curso de Automóviles y le propone dirigir la Oficina de Proyectos. La idea es tentadora, la acepta y comienza a materializar un torrente de buenas ideas en un ciclomotor sencillo y elegante; limpio ya que todas sus piezas móviles están protegidas con un capó que cubre el depósito y el motor; con la transmisión por variador automático encerrada en un cárter que hace de basculante (una idea que más tarde emplearon todos los scooters automáticos), e incluso adopta ideas de la Vespa como la facilidad de desmontar las ruedas o el mismo manillar que ocultaba en su interior los cables eléctricos y de transmisión. Muchas de esas ideas se patentan, como la del bastidor basado en un tubo de acero de sección cuadrada.
Paralelamente, Bruno Gaddi en Italia, buen amigo de Carranza, desarrolla el proyecto del ciclomotor Piaggio Ciao que aparece casi simultáneamente al Vespino aunque en Italia respetan las ideas de Carranza y no imponen la fabricación del Ciao.
El éxito del Vespino sorprende incluso a los más optimistas y Moto Vespa no da abasto en la producción de este modelo. La idea de Don Vicente Carranza ha conseguido salvar de un futuro incierto a 800 familias que dependían de la producción de Moto Vespa. La magnitud del éxito fue tal que el nombre del Vespino se hace extensible a cualquier modelo de ciclomotor, incluso de la competencia, y así lo recoge el Diccionario de la Lengua Española, dándole género masculino o femenino.
Un año más tarde, el Vespino L se convierte en uno de los primeros ciclomotores del mundo en emplear el encendido electrónico, en lugar de los problemáticos platinos, desarrollado por Femsa, una fábrica que se encuentra a escasos metros de MotoVespa. Después comenzaría a diversificarse el Vespino en su versión económica con manillar de tubo (Brisa, serie T y Vale) así como una variante tipo moto, el Rally, con depósito de gasolina entre las piernas con el objetivo de competir contra la Campera de Mobylette en las zonas rurales.
La serie AL, iniciales de Admisión por Láminas abandonando la válvula rotativa que caracterizaba a las Vespa, masifica el uso de plásticos, se da un giro de 180º al concepto inicial con el Vespino Velofax que incorpora hueco para el casco bajo el asiento, y también se prueba una variante deportiva con freno de disco delantero: el Vespino F9 Fast Rider.
El Vespino se dejó de producir en el año 2000, poco antes de que la fábrica madrileña se cerrara. Pero su recuerdo perdura incluso más allá de los 50 años ya cumplidos desde su nacimiento. Un grupo de aficionados homenajeó a Don Vicente Carranza en su pueblo natal salmantino de San Felices de los Gallegos el pasado 10 de junio.
Para la ocasión se contó con la ayuda de Bernardo Calvo de Barrientos del Museo Internacional Calvo de Barrientos que reunió una amplia muestra de motos clásicas españolas que se expusieron en la Plaza de los Caños. A la llegada de Don Vicente, se le citó para una entrevista en la Casa de la Cultura, con preguntas de conocidos historiadores de este modelo como Héctor L. Sales, Víctor Sáez, Francesc “Kiqu” Garí, Valentín Salvador y Pedro Andreo, principalmente de su trayectoria personal y del desarrollo del vehículo.
A continuación, el público se trasladó a la sede de la Alhóndiga donde Carranza recibió muchos recuerdos entre ellos nombramiento de Socio de Honor por el Museo Internacional Calvo de Barrientos, una placa del pueblo de San Felices de los Gallegos que será colocada en la casa donde nació, y un Vespino primera serie perfectamente restaurado donado por el grupo de aficionados a este ciclomotor.
Las actividades de la jornada continuaron con una ruta formada por un convoy de Vespinos con destino a Ciudad Rodrigo.
Para recordar este homenaje, el Museo Internacional Calvo de Barrientos organizará las siguientes ediciones de esta reunión de Motos Clásicas con el nombre de Vicente Carranza.