- Autor del texto – Fortunato J, Sanz
- Fecha – 3/8/2017
Esa rebaba, ese borde cortante, esa imperfección, ese trocito que sobra y no es posible de cortar, o esa pieza especial que necesitamos hacer, a buen seguro necesitarán de un limado para quedar perfectas para su uso posterior. Limar parece fácil y lo es, aunque delicadeza y paciencia son imprescindibles para conseguir la pieza perfecta.
En muchas operaciones sobre las piezas, nos quedarán imperfecciones que deberán eliminarse. Por ejemplo, después de cortar una pieza, nos quedarán rebabas en el corte y bordes afilados que será conveniente eliminar y suavizar. En otras ocasiones, necesitaremos darle una forma especial a una parte de la pieza, redondeada o afilada por ejemplo, o eliminar una parte tan pequeña que no sea posible serrarla. En todos estos casos la mejor opción será usar una lima.
Una lima actúa arrancando pequeñas virutas de material, con lo que, en sucesivas pasadas, podremos conformar la forma deseada en la pieza, debiendo comprobar la progresión del limado frecuentemente para evitar excedernos en el rebaje y echar a perder la pieza. Su uso más habitual es sobre piezas metálicas, sobre todo metales duros, y para cada caso concreto disponemos de limas con diferentes formas y perfiles para adaptarse a la forma deseada.
Otra opción para rebajar o desbastar partes de una pieza de material duro es usar taladros provistos de muelas, que son pequeñas piezas, generalmente de óxidos de aluminio, acopladas a un vástago para que, a modo de broca y con sus diferentes formas, nos permitan ajustarnos a prácticamente cualquier perfil y forma deseada, aunque con menos delicadeza que con una lima y desgastándose también ellas mismas. Y cuando nos enfrentemos a piezas de materiales blandos, las lijas serán la solución ideal por su flexibilidad y menor grado de desbaste, pero esto lo veremos más adelante.
Afortunadamente, limar presenta poco riesgo para nuestra seguridad, aunque alguno existe; así que unos guantes siempre son bienvenidos para evitar rozaduras en la piel o clavárnosla si es puntiaguda, además de precaución para que las virutas metálicas no terminen en nuestros ojos al limpiar la pieza.
Partes de una lima
Una lima es una barra de acero templado en cuya superficie se han tallado pequeños dientes a modo de mini-cuchillas cortantes, que se conocen como picado de la lima. En uno de sus extremos está la cola o espiga, cuya misión es fijar la lima a un mango para sujetarla sin riesgo de clavárnosla en la mano. Después, nos encontramos con el talón, que es la parte donde termina la cola y empieza el cuerpo de la lima, con el que se realiza realmente el limado ya que contiene el picado, finalizando el cuerpo en la cabeza de la lima. Tanto el cuerpo como la cabeza pueden presentar diferentes formas para adaptarse a distintos tipos de superficies; incluso el canto de la lima dispone de dientes en algunas ocasiones. Los mangos pueden ser de madera o de plástico y presentar diferentes formas y longitudes.
Tipos de picado
Podemos encontrar limas con picados simples y con picados dobles, para así adaptarse mejor a las durezas de cada material, lo que también determinará el grado de rugosidad de la lima. Cuanto más blando sea el material, se requerirá un mayor espaciado del picado para facilitar la evacuación de las virutas desprendidas sin que se queden alojadas entre los dientes del picado, taponándolos y dejando la lima prácticamente inservible. Así, para metales duros, serán más apropiadas las de doble picado y simple para los blandos, como hemos comentado. Esto es para materiales metálicos; para madera o plástico existen unas limas denominadas escofinas, que presentan dientes más alejados e independientes unos de otros para evacuar mejor las virutas fibrosas.
Grados de corte
Formas de las limas
Consejos prácticos