• Autor del texto – Pedro Freire
  • Autor de fotos – Yike Bike Ltd.
  • Fecha – 24/12/2010

Nunca se sabrá si la rocambolesca historia de que a finales de siglo XIX un encargado de la Oficina de Patentes de EE.UU recomendó su cierre porque todo lo que podría ser inventado ya ha sido inventado, fue verdad o leyenda urbana. Pero, si hay algo de lo que podemos estar seguros hoy en día, es de que siempre habrá alguien dispuesto a sorprender con lo imposible. Y si no, mira esta Yike Bike.


La Yike Bike es una moto eléctrica de avanzada tecnología. Y si solo dijéramos esto, no pasaría de ser una más entre tantos proyectos que están surgiendo al amparo de las energías ecológicas. Pero lo que hace diferente este invento de otros es el concepto totalmente original que lo envuelve. Funcionalidad y diseño se han dado cabida bajo una chocante y extemporánea imagen retro que evoca a los velocípedos del siglo XIX. Una idea doblemente brillante por creatividad y porque facilita su principal virtud: se pliega en menos de 15 segundos. A partir de aquí, el resto de la moto se ha hecho, como diría el famoso chef, con mucho fundamento.

Al estar fabricado el chasis en fibra de carbono reforzado y con unas medidas ciertamente contenidas, el peso total del “juguete” supera por poquito los 10 kg, y eso con el motor y pack de baterías LiFe PO4 incluidos. Así que, en la caja de herramientas, a parte de un juego de llaves Allen y un kit reparapinchazos, tenemos una cinta-bandolera para enganchar la Yike Bike y poderla llevar colgada del hombro mientras entramos a tomarnos un café, subimos al autobús o incluso guardarla debajo de la cama al llegar a casa.

La rueda delantera, de 20”, es la tractora, y actúa sobre ella, mejor dicho, dentro de ella, un pequeño motorcillo eléctrico de 1 KW que la hace girar a una velocidad que puede alcanzar los 23 km/h durante casi 10 kilómetros. Vale, no dará para grandes giras turísticas, pero por dentro de una ciudad, si te lo montas bien haciendo escalas –en cualquier enchufe doméstico con veinte minutos se recarga al 80%- el transporte te saldrá tirado de precio. Y aquí llegamos a lo técnicamente más interesante: el funcionamiento. No hay cadena de transmisión ni correa; el mismo motor está integrado en la rueda delantera, así como el freno, del que su creador, el neozelandés Grant Ryan, se jacta de ser el primero con un sistema antideslizante (especie de ABS) en una moto eléctrica.

La posición para conducirla evoca al que podemos adoptar sobre un taburete de bar… ¡pero con el manillar detrás! En realidad, el efecto óptico es más extraño de lo que luego resulta su manejo, ya que los puños caen a la altura de la cintura y se lleva prácticamente como una bici. La ventaja de esta disposición es que se puede uno sentar o bajarse sin estorbos, con toda comodidad y seguridad. En los mismos puños se encuentran los mandos: botones y gatillos para acelerador y frenos, todos supervisados por un sistema inteligente electrónico para optimizar la respuesta. Pero cualquiera no está llamado a conducir la Yike Bike . Sólo un puñado –gordo- de elegidos que midan entre 1,62 y 1,93 cm de altura podrán acceder a este innovador medio de transporte. La avanzada ergonomía tiene estos atrasos, curiosa incongruencia. Eso sí, no hace falta ser un figurín, ya que aguanta hasta 100 kilos de peso sobre sus estilizados lomos.

Parece más difícil de lo que es. Lleva más tiempo acostumbrarse al sistema de frenado electrónico antideslizante que a manejarla. Leds de posición e intermitencia. En el extremo delantero de los puños también lleva sus pequeños faritos.
Los finos neumáticos son de aire (65-75 PSI) y la pequeña rueda trasera de 8″ solo tiene la función de mantener el equilibrio… pero con mucha firmeza. El sistema de plegado está increíblemente optimizado. No es de extrañar que el desarrollo del proyecto necesitase nada menos que ¡cinco años!

Si fascinante te ha podido parecer la idea, lo mejor viene ahora: no se trata de un prototipo o una serie limitada de esas que se acaban quedando cuatro actores “progres” de Hollywood para llamar la atención. Puedes adquirirla en el momento que gustes con sólo apretar la tecla de intro en la página de sus creadores www.yikebike.com al módico precio de 3.595 dólares, es decir, más o menos unos 2.740 euros, iva y envío a parte. No es un producto precisamente de mercadillo, bien es cierto, pero ¿quién no daría a veces media vida por llegar a tiempo a una cita en plena hora punta…?


Puesta en escena

El peso exacto en orden de marcha son 10,8 kgs, lo que la hace fácilmente transportable hasta para el piltoto más “enclenque”. Queda tan recogida y tan manejable la Yike Bike, que ocupa menos que una maleta dentro de un coche. Así su funcionalidad se dispara frente a otros inventos similares.
Llevada al caso extremo, si te quedas tirado sin autonomía, siempre puedes recurrir al socorro de medios alternativos sin ningún problema. Y cuando el que necesita repostar es el piloto, todavía más sencillo: no hay barra en el mundo en la que no pueda ser apoyada sin molestar.
Mal mirado, este puede ser un invento pernicioso para la salud, por muy ecológico que sea. Como te acostumbres a él, el footing que lo practiquen los evadidos de la justicia. La Yike Bike es otra buena solucción al cada vez más extendido cierre al tráfico de los centros históricos. Dada la nula contaminación atmosférica y sonora, no hay límites para su uso.
40 minutos enchufada en cualquier red eléctrica, son los necesarios para recargar a tope de energía esta mini moto. Suficiente para visitar a fondo en un sólo día cualquier ciudad mediana.  Cuando empieza a anochecer, se hacen muy efectivos los leds de posición. Pero en situaciones de oscuridad plena, mejor tomar un taxi; menos vanguardista, pero más seguro.
La curiosa y bien resuelta ergonomía de esta moto eléctrica permite “alegrías” a los usuarios antes difícilmente concebibles en el mundo de las dos ruedas. Tiene su geniecillo esta Yike Bike. Es capaz de negociar pendientes de hasta el 6 %, solo que al bajarlas, es conveniente estar algo entrenado en su peculiar freno antideslizante.
Desde luego, el terreno para sacar más partido a esta moto es en la vorágine de la ciudad (con casco, por favor)…  …pero no te pierdas el rendimiento que te puede llegar a dar en terracitas de verano, y no me estoy refiriendo precisamente al aspecto funcional.

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