• Autor del texto – Antonio Cuadra
  • Autor de fotos – Roberto Moreno
  • Autor acción – Antonio Cuadra
  • Fecha – 27/08/2010

Daelim rompe todos los convencionalismos hasta el momento conocidos en la cilindrada del “octavo de litro” y nos sorprende con un scooter difícil de catalogar, por recurrir a un bastidor multitubular desprovisto de carrocería. Un poco raro sí que es, pero su originalidad tiene mucho encanto.


Daelim Madrid

Hay veces que, para triunfar, hay que arriesgarse con conceptos nuevos. Y eso es lo que ha hecho Daelim con el B-Bone 125: un scooter con chasis multitubular vestido con una carrocería reducida a la mínima expresión. De ahí que su denominación evoque a que “está en los huesos”. Raro, pero a la vez atractivo. En nuestro mercado acaba de llegar, pero por ahí fuera lleva ya tiempo comercializándose y ha generado muchas pasiones. Y aquí es donde se genera un conflicto entre los dos órganos del cuerpo humano que deciden la adquisición de un vehículo: la cabeza y el corazón.

Un scooter es, ante todo, un vehículo funcional, y por ello la cabeza deja al corazón que se decida con toda libertad por el diseño que más le guste. Pero ante el B-Bone, la cabeza parece que dice “hasta aquí hemos llegado”. Es lógico. Si lo observas detenidamente, la funcionalidad de un scooter está por los suelos con el B-Bone: nada de hueco para el casco bajo el asiento, ni siquiera una mínima guantera para llevar una dotación de herramientas básica, e incluso los pies se apoyan en unas estriberas exteriores, sin escudos para esconderlos y que los protejan los días de lluvia. Y al corazón también hay que entenderle: el B-Bone genera enconadas pasiones, como te hemos comentado, y eso tampoco es frecuente en un scooter.

Es una mezcla de naked italiana, al estilo Ducati Monster o Aprilia Shiver, por lo del chasis tubular, con algo de custom, en cuanto a la cómoda posición de conducción con las estriberas adelantadas. Seguro que la combinación de colores se adapta a todos los corazones: tubos de color negro con carrocería en rojo, blanco, o bien todo negro. En el fondo es un capricho; pero como todo lo que lleve el sello de Daelim, no es caro: poco más de 2.000 euros.

Ese concepto “esqueleto” puede llevar a engaño, dando la sensación que “esto lo hacen los de Daelim como los churros y que les cuesta un par de euros”. Si su filosofía fuera así, pues se hubieran limitado a dejar en “pelota picada” a un Besbi y punto. Pero se lo han currado. Le sobra rigidez al bastidor, tiene “huesos” de más para darle atractivo y está muy bien acabado. En ese afán de mejora, no recurren a la sencilla mecánica de carburador que utilizan los Besbi y Delfino, sino a la más moderna de inyección de los S1 y S2. Y al final, tiene funcionalidad, porque la cuna del bastidor con el fondo del depósito, te puede servir muy bien para llevar cosas encima –siempre y cuando no se te escapen entre los tubos- y eso también se aplica a la jaula de debajo del asiento.

A bordo

Al margen de los argumentos que utilicen la cabeza y el corazón, lo cierto es que el B-Bone es uno de los scooters más cómodos que han pasado por nuestras manos. De verdad. El hecho de emplear estriberas por fuera del scooter te permite llevar las piernas más abiertas, como si condujeras una moto. Adoptas una postura muy natural y relajada, con un manillar alto que también ayuda.

Como aparenta su aspecto, es relativamente ligero -136,2 kg con el depósito lleno, que no es poco- y eso le convierte en un vehículo muy ágil, ayudando en los cambios de dirección la presión del pie sobre la estribera interior a la curva: como en una moto, vamos. El motor ya no te deja tan satisfecho. Tiene un tacto soso, le falta genio en las salidas y cumple, sin destacar, con unas aceleraciones poco brillantes. Pensarás que lleva un desarrollo largo, pero nada de eso, porque si lo sacas por carretera abierta, verás los 110 km/h en su velocímetro, que según la telemetría, se quedan en poco más de los 90 km/h reales. Es como si siguiera duro, como si no se hubiera soltado del rodaje, y eso que contabilizaba casi 700 km en su velocímetro. Tampoco nos dio un consumo contenido. Obviamente su tacto es muy similar al de un S2 ó S1, pero aún llevando el mismo propulsor, aquellos nos dejaron mejor sabor de boca. Eso sí, no hay vibraciones.


Línea de tierra

En lo que respecta a las suspensiones, la horquilla hace un buen papel y, si el suelo no está muy “arrugado”, también su único amortiguador posterior, que muestra un tarado correctísimo. Y aunque no hay un amortiguador por su lado derecho, no le falta rigidez al tren posterior. En cuanto a los frenos, Daelim recurre a discos en ambos ejes, enlazados entre sí por un sistema combinado a través de la maneta izquierda, con una contribución sobre el freno delantero muy suave para los que prefieran dosificar a su gusto ambos elementos. Su funcionamiento se basa en una pinza delantera con dos pistones de diferente diámetro. La frenada cumple en condiciones normales, pero cuando se les exige un poco a los frenos, los latiguillos sin trenzado metálico parecen “hincharse” por el esfuerzo y adolecen del mordiente final que los “clava”.

 
En compañía

El B-Bone es un scooter cómodo para una persona, pero cuando se conduce acompañado surgen las incomodidades. Bueno, tampoco estamos descubriendo nada que no imaginases, si te atienes aunque sólo sea a la evidencia fotográfica.
El asiento es corto y para acomodarse el pasajero, el conductor deberá sentarse más en el extremo delantero. Tampoco es una tortura para ninguno, ya que este scooter está pensado para una movilidad urbana rápida y no deberías viajar acompañado mucho tiempo. Por lo demás, el puesto del pasajero está bien cuidado con unas estriberas plegables de fundición tipo moto, baja altura y una práctica asidera trasera para agarrarse.


Con lupa

En ese minimalismo, a los de Daelim parece que les dio un cierto arrepentimiento y para compensar la falta de hueco de casco lo intentaron compensar con un gancho con cerradura para enganchar la hebilla del casco: ni se te ocurra confiar en su seguridad. El asiento se abre como en todos los scooters moviendo una palanca en la base de su parte trasera, dejando a la vista un “hueco de casco virtual”. Podrás llevar cosas bajo el asiento siempre que no se escapen por el hueco de la “jaula” tubular. El tapón de gasolina cuenta con cerradura y bisagra: como debe de ser. Las trampillas que hay a su izquierda en la imagen son para acceder a la bujía y para la batería. Encima de esta base también podemos llevar objetos de tamaño mediano.
El cuadro de instrumentos se compone de dos relojes: el grande, correspondiente al velocímetro, con fondo de escala en unos optimistas 160 km/h, sin parcial y con una base adosada con tres testigos, y el reloj del nivel de gasolina, en el centro del manillar. Para justificar el precio cuenta con detalles de calidad: una óptica trasera de diodos LED, y freno de disco posterior. A la vista está que no se cuenta con amortiguador por este lado del B-Bone; ni falta que le hace. El único amortiguador que encontramos por el lado izquierdo cumple su cometido. El muelle es de paso variable: las espiras más juntas trabajan en un primer tramo proporcionando un tarado blando que se va endureciendo: como si llevara bieletas.
Ambas ruedas son de 12 pulgadas. Las llantas de aleación son de cinco palos dobles con un disco de 220 mm. Fíjate en la pinza: el pistón de menor diámetro es el que funciona con el sistema combinado. Los latiguillos falsean el tacto final de los frenos. Original faro redondo con bombilla halógena H4 anclado a una especie de petaca con los cantos cromados que le da un toque “vintage”. A ambos lados, los intermitentes con tulipa transparente, como los traseros. El motor empleado no es de carburación sino de inyección, similar a los que usan sus hermanos el S1 y S2. Le falta “rabia” en las aceleraciones y no nos dejó un buen sabor de boca. Dispone de refrigeración por aire forzado y aceite.


 El detallazo

Si por algo destaca este B-Bone es por su chasis tubular. Pero las apariencias engañan, ya que todo el entramado multitubular es un “postizo” que se añade a un bastidor convencional de scooter, como se muestra en la imagen.

Las diferentes piezas se unen por tornillos, que, en algunos casos, se esconden debajo de unas tapas circulares. El efecto está muy conseguido, y no deja de tener un resultado estético atractivo, mostrando unas soldaduras muy bien terminadas (felicidades al robot de la cadena de montaje) y una pintura de excelente acabado. Es lo que le da la “gracia” y una personalidad sin par. Desde este punto de vista, un 10 a la efectividad del diseño.


Prestaciones con nuestro equipo de telemetría

Aceleración 0-50 m 5,19 s (51,3 km/h)
Aceleración 0-100 m 8,29 s (63,7 km/h)
Aceleración 0-400 m 21,98 s (87,7 km/h)
Aceleración 0-1.000 m 45,60 s (92,9 km/h)
Aceleración 0-100 km/h            NO LLEGA
Velocidad máxima 93,7 km/h
Consumo 3,82 l/100 km
Autonomía 186 km
Peso total lleno 136,2 kg
Reparto tren delantero 40,5%
Reparto tren trasero 59,5%

 

 

Estética original
Posición de conducción
Agilidad
Capacidad de carga escasa
Prestaciones limitadas
Frenos sin clavada final

 

 

Ficha técnica/ Equipamiento/ Precio


 Ver FICHA TÉCNICA/EQUIPAMIENTO/PRECIO del Daelim B-Bone 125

 

 

Rival directo Yamaha BW’s 125

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